PATAGONIA: HACIA LAS CATEDRALES DE MARMOL EN LAND ROVER DISCOVERY 2

En esta sección en la que decidimos ampliar el análisis de los autos y combinarlo con uno de los mayores placeres (al menos para el equipo de TM) como es el viajar, abrimos el juego para que los lectores también cuenten sus experiencias.

Es así que Teodoro A, decidió compartir su viaje al sur, a la Patagonia argentina y chilena. En esta oportunidad la experiencia no se realizó en un 0km –lo cual valoramos la mirada del usado- sino poniendo una vez más a prueba a una Land Rover Discovery 2 de 2003. Una compañera “ideal”, según Teodoro para recorrer uno de los escenarios que más dificultad ofrece. Kilómetros y kilómetros de nada, de pura meseta achaparrada, con tramos cuasi caribeños.

Dado el entusiasmo, dividimos su relato en dos partes. Aquí la primera. Nos subimos y arrancamos.

CATEDRALES DE MARMOL: Una maravilla en el tiempo

Comenzamos este viaje en Comodoro Rivadavia, a bordo de una Land Rover Discovery td5 serie 2. El destino final estaba previsto en Calafate, solo contábamos con 6 días, para cumplir un sueño.

Nuestro equipo contaba con un GPS E-TREX, herramientas, 2 ruedas de auxilio, un botiquín de primeros auxilios y algo de comida para la primera parte del viaje.

Aclaro que la Discovery fue patentada en 2003 y viene con caja automática, doble airbag, y doble techo solar. A diferencia de la anterior (TDI), viene con el motor 5 cilindros y en general tuvo un buen comportamiento en ruta, aunque en los tramos con viento de frente, este se hizo sentir en el consumo.

Pudimos viajar a 130 km/h en algunos tramos, donde las rpm rozaron las 3000 vueltas, y el motor no trabajó forzado. Es un vehiculo 100% confiable para el off road por su fortaleza, su caja reductora y bloqueo de diferenciales. Parece moverse mejor cuando mayor grado de dificultad presenta el terreno.

En la suspensión trasera trae unos pulmones y un sistema hidráulico de estabilización. En el caso de esta camioneta, se lo cambiamos por simples espirales, ya que esos pulmones son fáciles de pinchar en las rutas patagónicas.

Los primeros 142 Km. Fueron transitando la ruta 26 hasta la localidad de Sarmiento, donde un desvío de 30km, nos llevó al centro del bosque petrificado. Este parque, que en la actualidad se encuentra en negociación por una ONG, sólo funciona con guardaparques que no dan mayor información salvo la dirección a tomar, las prohibiciones y recomendaciones para hacer la caminata.

El bosque de 15.000 ha. está cubierto de troncos que pertenecen al período cretácico (unos 70 M de años) que en un largo proceso han quedado petrificados. Rodeado de montañas de colores, donde claramente se aprecian los sedimentos pertenecientes a cada momento histórico, el paisaje es una suerte de valle que bien podríamos decir que estuvimos en la luna.

Continuamos la ruta hasta Río Mayo, un pequeño poblado donde se inicia el tramo sur de la emblemática Ruta 40. Al momento de este viaje, unos 40 Km. de un tramo de 126 km -que separan Río Mayo de Perito Moreno-, se encuentran pavimentados y habilitados. El resto es un ripio flojo y de grandes piedras, no recomendable para vehículos de rodado chico o poco despegue de la carrocería.

Como en casi toda la Patagonia, cada vez que se encuentra una estación de servicio es recomendable llenar el tanque. Así lo hicimos en el cruce con la ruta que llega a Los Antiguos. Allí disfrutamos un día completo de este pintoresco pueblo, dedicado al turismo y a la producción de cerezas, con visitas a huertas y miradores panorámicos de la zona.

A orillas del río es una zona arbolada, que invita a un pic-nic. Si tenés una 4×4, hay un vado para cruzarlo, el cual decidimos encarar con la Discovery. En baja y en segunda metimos la trompa dentro del río, y comenzamos a ver como de a poco el total de la rueda quedaba bajo el agua. La corriente en estos ríos es fuerte y por estar recién iniciando la temporada de verano tenía bastante caudal. El desafío ofreció suspiros cuando llegando al centro del río, sentimos levemente que el vehículo intentaba tomar la dirección del agua y no la que apuntábamos… fueron solo segundos hasta que volvió a afirmarse sobre las piedras.

El viaje continuó hacia la frontera de Chile Chico, ubicada a 2 km del pueblo. Inicia su actividad a las 8 AM, y dada la burocracia que implica cruzar al país vecino, decidimos ser los primeros en llegar. Ya del otro lado, a unos 3 km, comienza un boulevard –la avenida principal de Chile Chico- donde intentamos proveernos de comida ya que tuvimos que dejar todo en la frontera. Chile no permite el ingreso de animales, vegetales o frutas, salvo algunos productos envasados y que no hayan sido abiertos al momento de cruzar.

La ruta vuelve a transformarse en un camino de ripio pero con una vegetación exuberante. Con el Lago Carrera a la derecha – continuación del Lago Buenos Aires- el paisaje ofrece cruces de ríos, cascadas, y algunas playas que se parecen más a un paisaje caribeño que a un destino patagónico.

Pasamos la noche en Puerto Río Tranquilo, para recorrer al día siguiente una nueva ruta (abierta sólo hace un año). El clima no dejó de sorprendernos, ya que la temperatura llegaba a los 24 C, y unos 15 C por la noche.

Con los inconvenientes para comprar moneda extranjera en Argentina, sólo llevamos pesos sin saber que en estos poblados, a pesar de estar muy cerca de la frontera, no aceptan un solo peso argentino. Comer y hospedarnos fue realmente una odisea. El Gasoil vale aproximadamente $8.- el litro- y fue lo único que nos permitieron pagar con débito.

El Camino de los Exploradores recorre unos 70km de una asombrosa combinación de cascadas, glaciares colgantes, ríos, montañas nevadas y vistas de la plataforma de hielo continental Norte. Sólo recorrimos 52kms de esta ruta ya que nuestro objetivo era hacer un corto trekking hasta el glaciar Exploradores cuyo camino no dejó de ser una aventura a cada paso.

Nuestro segundo día incluía contactar a Pedro Mármol, (no Pablo…) un antiguo lugareño que, con una pequeña embarcación, nos llevaría hasta uno de los 100 lugares más maravillosos del planeta: Las Catedrales de Mármol.

A 4 km del poblado, se desvía un sendero que baja hacia el lago Carrera, donde llegando al final de éste, se encuentra una humilde cabaña sobre el lago rodeada de árboles y con una playa de arena que sostenía un muelle y 2 botes con un motor fuera de borda de 40cv. Eran las 3 de la tarde y encontramos a Pedro en plena siesta. Tras unos aplausos, salió a recibirnos quién sería nuestro guía por la próxima hora. Salvavidas bien ajustados, nos subimos al bote e iniciamos una navegación hacia este destino, que tanta ilusión nos causaba.

Ya de lejos, distinguimos unas islas cercanas a la costa, con una extraña forma, ya que la base parecía menor al tamaño de la isla. Fueron los momentos más silenciosos de todo el viaje, ya que cada metro que avanzábamos, nuestra mandíbula inferior se nos acercaba al ombligo. Hay momentos que uno se queda sin palabras, y este fue sin lugar a duda uno de los más extendidos.

No voy a describir la emoción, (tal vez algo sientan al ver las fotos), pero sí algunos datos de esta maravilla de la naturaleza. Estas formaciones de Mármol, datan de aproximadamente 300 millones de años. Hasta hace unos 7 u 8 años – cuando se terminaron algunos tramos de la ruta austral-, era sólo un destino para ricos, que llegaban en hidroaviones hasta estas zonas. La erosión de glaciares, y luego del agua, ha esculpido el mármol emergido en el Paleozoico.

El resto del día, fue sólo silencio…