Penske no pagaría un solo dólar por la marca: bastaría con que cumpla las obligaciones contraídas por Saturn y a financiar la producción de sus próximos vehículos (algo que incluso podría realizarse en EE.UU. si utilizara plantas de GM con exceso de capacidad).
General Motors todavía sigue valorando seriamente la disolución de Saturn, por lo que no perdería si en vez de cerrar sus puertas decidiera traspasarla con todas sus responsabilidades a otra empresa.
Está por ver –naturalmente- qué sucedería con Nissan, y es que ahora mismo la parte japonesa de la alianza presidida por Carlos Ghosn tiene muy bien estructurada su oferta en Estados Unidos; desde lo más bajo (Nissan Versa) a lo más alto (Infiniti QX). Nutrir a uno de sus competidores con producto interno, parece por demás complicado.
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