El informe remitido por la compañía de Detroit se convierte en un mensaje de emergencia, en un tono aún más alarmista del que predominó en los últimos tiempos. Hace meses había salido al ruedo a comunicar que era casi imposible que quebrara, pero hoy la historia es otra. Es que General Motors reconoció las "dudas sustanciales" sobre su viabilidad, en un documento en el que vincula su continuidad a nuevas ayudas públicas, y que podría verse forzado a declarse en bancarrota.
La propia empresa reconoció que existen "dudas sustanciales" sobre su capacidad para seguir operando. Ni siquiera su auditor, Deloitte & Touche, le da una mano ya que también da fe de esa duda.
En el informe anual, General Motors prácticamente condiciona su continuidad a la obtención de nuevas ayudas del Gobierno Norteamericano. Espera con urgencia u$s7.700 millones adicionales, una cifra que elevaría el monto total del rescate a u$s30.000 millones.
"El fracaso en la obtención de fondos suficientes del Gobierno de Estados Unidos o de otros gobiernos extranjeros podría forzarnos a cerrar nuestras operaciones o a buscar una reorganización de filiales fuera de Estados Unidos (…) podría forzarnos a recurrir a la protección por bancarrota", alertó la firma en su informe.
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