Durante nuestra estadía en Pinamar y mientras visitábamos los stands de las distintas marcas y asistíamos a las diversas presentaciones, pudimos manejar el Smart durante unas horas por la ciudad balnearia atestada de gente. Ciudad y situación ideal para conocer este modelo en la calle, con tránsito cargado y sin un solo lugar para estacionar.
Al abordar una prueba de un modelo como el Smart, aunque en este caso se trata de una primera mirada, no se debe caer en el error de recurrir a procedimientos estándar. Es decir, poco importa el comportamiento dinámico, la capacidad de baúl o las prestaciones. El Smart es un auto que más que abrirte la mente como recita su slogan publicitario, te rompe la cabeza.
Uno que por la profesión que eligió tiene la suerte de andar con modelos extravagantes o desconocidos se acostumbra a las miradas en la calle, pero lo del Smart no nos había pasado nunca. Hasta las mujeres, que en general no se rendirían ni ante el paso de una Bugatti Veyron (perdón el machismo), detuvieron su marcha y giraron el cuello para mirarlo. Lo que más impacta son sus dimensiones, mucho más que su diseño que si bien es muy personal no llega a ser nada inédito.
Es que en realidad todo, absolutamente todo el encanto del Smart tiene su origen en los 2,69 metros de largo, incluso su diseño extravagante deviene de tener que acomodar dos espaciosas plazas, un baúl y un conjunto motor/transmisión en la misma distancia (largo) que un auto mediano-chico tiene apenas su distancia entre ejes.
Pero los ingenieros de la marca que nació como fruto de la colaboración entre Swatch y Mercedes-Benz ya pensaron en esto y crearon lo que se denomina la célula Tridion, una estructura de seguridad que protege a sus ocupantes de accidentes y vuelcos. Su función es no sólo garantizar una rigidez estructural que mantenga intacto el habitáculo sino que además se encargue de absorber la energía en caso de choque.
El motor es un naftero de 999 cm3 que entrega 84 CV. Esta potencia es más que suficiente. Es un conjunto moderno, con 16 válvulas, distribución variable y turbo. El consumo es miserable: la marca declara 4,9 l/100 km.
El Smart se mueve en el tránsito como un verdadero pez en el agua. De 0 a 100 está en una cifra cercana a los 11 segundos y la velocidad está limitada a 145 km/h.
Tampoco parece que pudiera llegar a mucho más, y ni siquiera es recomendable ya que luego de los 130 km/h se vuelve flotador y sensible a vientos laterales haciendo menester ir muy atento y corrigiendo con el volante.
El tacto de las suspensiones no es del todo mullido, en parte por la medida de las llantas de 15 pulgadas y los neumáticos de perfil bajo (175/55), más funcionales a la estética que al uso en ciudad. El confort de marcha también se ve afectado por una distancia entre ejes muy reducida que lo hace algo saltarín.
Lo que llama la atención es que al Smart le cuesta mucho subir pendientes pronunciadas, incluso en determinadas situaciones hasta podría parecer que llegara a quedarse sin suficiente fuerza. Pero esto no es por falta de potencia sino por la caja automática con opción de manejo secuencial, que en uso automático tiende a elegir marchas mayores para bajar las vueltas.
Esta caja de cambios es de manejo automático pero estructuralmente es una mecánica con embrague robotizado. En el pasaje de marchas, un poco lentos por cierto, se sienten algunos tirones como consecuencia de la desaceleración. Además cuando el auto está detenido y uno quiere ponerlo en movimiento, en la primera parte del recorrido del pedal de acelerador el auto no reacciona, entonces hay que apretar más y si no se le tomó bien la mano a la sensibilidad del pedal puede pegar una aceleración brusca.
Una particularidad de esta versión Cabrio (recordemos que se venden sólo dos, ésta y la Coupé, ambas con el mismo conjunto motor/caja) es que al recoger el techo de lona quedan incorporados al resto de la carrocería los parantes superiores de las ventanillas, como sucede en el Fiat 500 Cabrio o antes en el Twingo, aunque con la diferencia de que en el Smart se pueden remover manualmente y guardar en un espacio reservado para ellos en el baúl.
Otra peculiaridad es que los paneles de la carrocería son todos de plástico y no de chapa, y en los bordes pueden presentar las clásicas rebabas que se aprecian en los encastres dentro de un habitáculo.
El equipamiento es realmente muy generoso. Entre lo más destacado figuran llantas de aleación de 15 pulgadas, techo panorámico de cristal en el Coupé, desbloqueo electrónico de portón trasero, desbloqueo a distancia e independiente de la luneta, sensores de luz y lluvia, faros antiniebla, climatizador automático, computadora de abordo, levas al volante y un completo sistema multimedia touchscreem de 6,5” con radio, CD, DVD, USB, iPod y Aux-in. En seguridad cuenta con una completa dotación: ABS, ESP, ayuda de arranque en pendientes, cinturones de seguridad con pretensores y airbags frontales y laterales de cabeza y tórax.
El Smart ForTwo cuesta 24.900 dólares para la versión Coupé Passion y 26.900 para la Cabrio Passion. Sus rivales más cercanos son el Fiat 500, el Alfa MiTo y el Mini Cooper. Si analizás el precio fríamente desde de lo que ofrece (tiene buen equipamiento pero poco espacio interior, una motorización justa y pocas posibilidades de viajar) parece un poco elevado, pero es un auto de nicho y la exclusividad tiene un alto costo que ya muchos han decido pagar.
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