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MANEJAMOS EL NISSAN GT-R: ¡AGARRATE CATALINA!

EXCLUSIVO EVENTO EN EL AUTODROMO DE BS. AS.


Hay que decirlo. No todos los días se puede manejar un vehículo de 530 CV. El GTR no es un modelo más para la marca. Es que simplemente el GTR no es un auto más. Es un deportivo de raza pura comparable con el Porsche 911 GT3 RS (450 CV) o la Ferrari 458 Italia (557 Hp). Quizás no en precio y seguramente tampoco en otras cuestiones más irracionales (como no tener el cavalino rampante al frente), pero sí en prestaciones (incluso es de los más rápidos entre la selecta competencia) y poderío (sino, mirá el video del cuarto de milla que subimos ayer).

De hecho la intención de Nissan fue poner en el mercado (aunque no en el nuestro justamente), un auto a la altura de los mencionados superdeportivos pero 100 mil y 60 mil euros más barato que el modelo italiano y alemán, respectivamente.

El Nissan GTR está de visita en la Argentina porque este modelo fue elegido por la organización para funcionar de Pace Car y auto de apoyo en la competencia del FIA GT que se va a disputar en nuestro país el próximo fin de semana en Potrero de los Funes, San Luis. Y aprovechando su presencia, la filial de la marca japonesa pidió las unidades con más anticipación para poder tenerlas hoy en el autódromo Oscar y Alfredo Galvez para que las maneje el periodismo especializado.

El evento estuvo organizado de la siguiente manera. Las primeras tres vueltas las dimos de acompañante, bajo la temeraria conducción de uno de los pilotos del Nissan Motorsport (Nismo). En nuestro caso, los dos integrantes de TM que participamos de la movida (Alicia y Juan), en el asiento del acompañante del auto que conducía Nick Cotsburg.

La sensación que quedó en el integrante masculino, además de un incipiente mareo y revoltijo en el estómago (se desaconseja desayunar fuerte dos horas antes de una experiencia de este tipo), es que el piloto que lo llevó estaba totalmente loco. Nuestro amigo y colega Martín Simacourbe, nos sacó del error: “No, estos pibes son así, están acostumbrados, es más iban paseando”.

La experiencia del lado femenino de TM fue: “Quiero más”. Posiblemente el pedido de que no vaya “demasiado rápido” surtió efecto. Los poco más de 220 Km/h fueron más que placenteros durante las tres vueltas en las que el diálogo con el piloto fue casi como de paseo dominguero.

Retomamos la experiencia masculina… Es que cuando el piloto aceleró en la recto -desde la calle de boxes-, se entendió que no iba a ser una broma. La realidad se transformó en vértigo y en ese momento supe que no hubiera podido estar al volante en esas prestaciones (0 a 100 en 3,5 segundos). Nick no frenaba, iba colgado en todos los pianitos y parecía empeñado en hacerme “vomitar”.

La tranquilidad llegó cuando me tocó manejar las dos vueltas finales. Sobre todo porque el instructor que iba de acompañante marcó unas pautas que ponderaban, quizás al extremo, la seguridad. Caja de cambios en automático (de doble embrague), todos los controles y sistemas de seguridad activa conectados y, sobre todo, las indicaciones de cuándo frenar y cuándo acelerar, con lo cual había que pelearse con el hombre para poder llegar pasado a un frenaje o poner toda la fuerza de su tracción integral (bestiales 60 kgm de torque) en el medio de una curva, no sea cosa que se vaya a cruzar un poquito.

De todas formas alcanzó para darme cuenta de que 530 equinos indómitos no son para tratar sin respeto, y era menester dosificar el pedal para evitar que se desboquen. Para colmo de males, al estar manejando en automático era difícil mantener el control del pasaje de cambios, y si acelerabas de más el rebaje se sentía como una verdadera patada en los riñones, algo que uno no quiere que le pase en el medio de la curva.

En la recta, único lugar donde los castrenses instructores te dejaban dar rienda suelta a la tropilla, el bólido alcanzó los 220 km/h, que juro se sentían menos que la aceleración inicial (del 0 a 100) e incluso que la fuerza G, que no es otra cosa que la aceleración angular en el momento de tomar las curvas, gracias a su prodigioso agarre. En definitiva, hay que destacar la contundencia de la respuesta de su motor, la enorme capacidad de frenada con discos de 15 pulgadas ventilados en dos trenes y su comportamiento dinámico dado por la tracción y adherencia en trazados sinuosos.

El GTR tiene motor de seis cilindros en V con dos turbocompresores que le da un consumo homologado de 11,8 litros cada 100 kilómetros de promedio. No nos tomamos el tiempo de ver si se cumplía o no el consumo, pero seguramente el combustible especialmente importado desde Francia por la gente de Total fue suficiente para que un puñado de periodistas pudieramos deleitarnos una jornada tomando un breve contacto con este muscle car de carrocería tipo coupé de 2+2 plazas 100% japonés.

Lucas

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