Es el ícono del nuevo diseño de los autos para la marca. Un diseño que se irá repitiendo en todos los nuevos modelos de Chevrolet. En estas tierras, este nuevo lenguaje expresivo para el frontal de los autos de la marca lo vimos desde la aparición del Agile hace justamente un año. Un diseño que podrá gustar o no, pero que sin dudas tiene un claro estilo europeo (preferido por el público argentino) y que, más allá de eso, lo más saludable es que hará que los autos de la marca sean fácilmente reconocibles por un ADN común.
El modelo llega para pelear en el segmento de los mediano modernos, donde el VW Vento, el Honda Civic, el Toyota Corolla y el Ford Focus Exe son los representantes más fuertes. Se ubica por precio y tecnología un paso por delante del Vectra y es, en consecuencia, el nuevo tope de gama del portfolio de productos que la marca tiene para ofrecer en estas tierras.
En la presentación realizada en la localidad de Campana, en la provincia de Buenos Aires, tuvimos la posibilidad de subirnos y manejar unos pocos kilómetros el Cruze. Primero al volante de la versión naftera y, a la vuelta del recorrido, a bordo del Diésel. Evidentemente unos 15 kilómetros no son suficientes para sacar conclusiones definitivas, pero sí para una saludable primera buena impresión.
Con una mecánica proveniente desde Alemania, los motores del Cruze serán uno de los puntos fuertes de esta nueva etapa de la marca que parece darle más importancia a un aspecto que en los últimos años había quedado relegado (lo decimos por el uso de motores que no están entre los más económicos y rendidores, como el 1.8 del Corsa y el 2.4 del Vectra). El naftero 1.8 entrega 140 caballos, uno de las mejores relaciones cilindrada/potencia que se pueden encontrar en la actualidad. Pero además, junto con el Corolla, es el de más baja cilindrada del segmento, sin tener por ello menos potencia. La primera sensación que tuvimos es que estamos sentados en un auto que responde bien, sin nervio, pero bien, con aceleración progresiva. Tal vez lo que menos nos convención es la manera en que el ruido del motor invade el habitáculo cuando se pisa fuerte el acelerador. El consumo, nada que ver con lo que Chevrolet nos tenía acostumbrados: razonables 10,3 l/100 km a 130 km/h.
El regreso lo emprendimos con la versión Diésel, que aún no está disponible en el mercado, pero que llegará en los próximos meses. Nos enamoró. Ese motor Diésel 2.0 de 150 caballos y 320 Nm a sólo 2.000 vueltas va a dar que hablar. El empuje es arrollador (especialmente en segunda marcha) y la respuesta a la presión del acelerador enamora. Además, el consumo es digno de un motor de última generación: a 130 km/h apenas 7,2 l/100 km con un motor que va super relajado (2.200 rpm). Y por si esto fuera poco, mucho más silencioso que el naftero (o por lo menos, mejor insonorizado).
Ojalá en el futuro vengan muchos más modelos de la marca como el Cruze.
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