AUTOCLÁSICA: EL AUTOMOVILISMO ESTUVO PRESENTE EN LA MUESTRA

ESPECIALES

No caben dudas que cuando uno camina por los jardines del Hipódromo de San Isidro y disfruta de la muestra Autoclásica, el tiempo vuelve atrás y se remonta a una época distinta a la actual, donde los vehículos eran elementos de culto y cada uno necesitaba de una atención especial.

Y entre tanta nostalgia aparecen ellos, para activar aún más los recuerdos y revivir momentos inolvidables del automovilismo argentino: los coches de competición.En el pasillo central, muy cerca del ingreso, estaban las reliquias del Museo del Automóvil de Buenos Aires: un Fórmula 1 Mecánica Nacional de Di Palma, un Sport Prototipo y otro monoposto, entre otros. Más allá, enfrente de la carpa principal de la organización, descansaban otro SP, un Brabham y un F1 Mecánica Nacional, que, según el gran Carlos Marincovich, fue la última creación del reconocido constructor Ramón Requejo.Siguiendo por el sendero de la exposición, nos podíamos cruzar con más Sport Prototipos, la Galera de los Emiliozzi (en el stand de su Museo), Cupecitas del Club Ford V8, el famoso Ratón Escandaloso que preparó Berta y que corriera el Maestro Copello y más Cupecitas en el espacio que tenían al final del cantero principal. Allí, entre las máquinas que supieron brillar en las primeras tres décadas del Turismo Carretera, se mezclaban la Garrafa de Vianini, un Chevrolet 400 similar al Chevitú y la Chevy con la que Emilio Satriano se consagró en 1990. 

Pero dentro de la carpa emplazada especialmente para los autos de competición y en sus adyacencias uno podía relamerse con las joyas históricas que marcaron hitos dentro del automovilismo autóctono, y en el TC principalmente. Como una de las versiones del Tractor de Tuqui Casá (tal como fue remodelado en el 69′) y que luego corriera en el Mar y Sierras con Oscar Erratchu al volante. Más allá, a unos pasos, se encontraba una de las Cupecitas con las que Rubén Luis Di Palma incursionó en el TC.Ya en la carpa, la emoción continuaba y se acrecentaba a cada paso. El Falcon Angostado de Reutemann, los Baufer de Bordeu y Copello, y el Berta-Tornado de Di Palma se robaban todas las miradas y los flashes de las fotos. Del otro costado, monopostos de Requejo, Crespi y otros chasistas que brillaron en nuestro país y son reconocidos a nivel mundial.Para terminar esta nota, y como frutilla del postre, no podemos omitir la presencia de dos históricos, dos exponentes de nuestro país que viajaron miles de kilómetros para demostrar de lo que éramos capaces de producir en Argentina: los Torino 1 y 2 que corrieron en las 84 Horas de Nürburgring en 1969 también dijeron presentes en la muestra.

Alejandro

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