Toyota atraviesa un momento de preocupación, quedando pocas (o casi ninguna) automotrices en el mundo que estén exentas de la actual crisis. Las predicciones de la empresa auguran pérdidas por u$s8.000 millones; lo que representa la mayor pérdida de su historia.
Ya el fabricante japonés anunció sus primeras pérdidas netas en un año fiscal, que fueron de 436.937 millones de yenes (u$s4.4 millones) a finales de marzo, y pronosticó también números rojos para el actual ejercicio. En efecto, lo más preocupante sea que, durante el primer tramo de 2009 (enero-marzo), la nipona reportó una pérdida de u$s6.900 millones y recortó su dividendo anual por primera vez al menos desde 1994, cuando cambió su período de reporte.
Si no fuese por la buena situación a nivel de disponibilidad de efectivo, construida sobre años de rentabilidad, los males de Toyota serían comparables a los de GM. La firma japonesa, fuertemente dependiente del mercado norteamericano, ha visto caer sus ventas notablemente en abril, cuando tanto Ford como Chevrolet la superaron en el mercado, en Estados Unidos.
Standard & Poors le bajó a Toyota la calificación de crédito a largo plazo a “AA” -el tercer puesto entre los más altos- y brindó un panorama negativo sobre la “fuerte estructura de capital con liquidez masiva” de la empresa.
Las ventas de Toyota en el año fiscal se ubicaron en 7.57 millones de coches, 1.34 millones de unidades menos que en el anterior ejercicio. La automotriz espera vender un millón de autos menos en 2010, o acerca de 6 millones en total.