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LAGO POSADAS

SECRETOS DE UN DESTINO CASI OCULTO

Lago Posadas, en el noroeste de Santa Cruz, se inscribe en la línea de los destinos “slow”. Para sus cultores, aceptar cierto grado de incomodidad es un justo precio a cambio de una total desconexión de las preocupaciones de la vida cotidiana en uno de los entornos más vírgenes de la Patagonia.

Resulta injusto definirlo en una sola postal. Su imagen más característica son dos lagos –el Posadas y el Pueyrredón- apenas separados por una estrecha franja de tierra que marca las diferencias entre ambos. Pequeño y de aguas turquesas, el primero; amplio y azul, el segundo. Pero también hay curiosas formaciones rocosas como el arco de piedra que se alza en aguas del Posadas, gargantas de ríos que bajan rugiendo desde Los Andes, cuevas inexploradas, cerros de tonos rojizos, lagunas secas, frondosas alamedas, pinturas rupestres y nieves eternas. Todos los colores juntos en unos pocos kilómetros.

Los primeros en descubrir Lago Posadas, o Hipólito Yrigoyen, tal su nombre formal que nadie usa, fueron los pescadores con su especial olfato para detectar paraísos desconocidos. El Posadas y el Pueyrredón, además del cercano lago Ghío y los ríos Oro y Furioso, son excelentes para sacar truchas, salmones y pejerreyes.

Luego llegaron los turistas, en un principio extranjeros en busca de aventuras. Recién entonces Lago Posadas empezó a sonar un poco más fuerte en el medio local. Pero, fiel a su estilo, el tranquilo pueblo prefiere darse a conocer mediante susurros.

Lago Posadas combina la bohemia de quienes dejaron todo para irse al Sur y la fuerte personalidad de quienes siempre vivieron en la zona. Sus servicios turísticos están impregnados de un aire de entrecasa. Cualquier guía está dispuesto a regalar su tiempo a la charla, sin fijarse en el reloj y cualquier hotelero comparte la mesa con sus clientes.
En La Posada del Posadas, una hostería ubicada en el minúsculo casco urbano, el lema es “atendido por sus propios huéspedes”, por ejemplo.

En Lago Posadas los viajeros son más que bienvenidos. Pero también es cierto que nadie quiere echar a perder la magia del lugar para transformarlo en un atestado centro de vacaciones. Por eso, el lugar hace un elogio de su lentitud y apunta a un perfil de visitante muy particular: educado, respetuoso de la naturaleza, con sed de aventura y dispuesto a entender que la palabra descanso implica una total desconexión.

Opciones en Lago Posadas
Pesca: los lagos de la zona son excelentes pesqueros de truchas, salmones, pejerreyes y percas. Se usan las modalidades de mosca, cuchara y trolling.
Trekking y cabalgatas: la región ofrece paisajes cambiantes para explorar. Hay playas pedregosas para recorrer sin apuros, cumbres desafiantes y ríos para vadear.
Avistaje de fauna: Lago Posadas está ubicado en un microclima que le confiere una abundante vida. Con paciencia y la cámara siempre lista uno puede volverse con el recuerdo de cóndores, cisnes de cuello negro, bandurrias, makáes, flamencos, avutardas y guanacos.
Sitios arqueológicos: el noroeste santacruceño es pródigo en testimonios de la vida primitiva. A sólo 3 kilómetros del pueblo de Lago Posadas se ubica el Cerro de Los Indios, un lugar donde se pueden divisar gran cantidad de pinturas rupestres.
Travesía por el Camino de Monte Zeballos: con un buen vehículo, y siempre consultando por el estado del camino antes de salir, se puede recorrer la ruta que une Lago Posadas con Los Antiguos. Se trata de una de las sendas menos conocidas y más espectaculares del país, con una alternancia de paisajes que va desde frondosos bosques hasta desiertos de alta montaña con extraños muros de piedra.

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