El tipo quería un Porsche GT3 RS pero no tenía dinero.
Entonces, se le ocurrió hacerse su propio bólido pero con una particularidad: sin motor, ni butacas, ni siquiera un stereo.
En el garage de su casa, el artista Ferdinand Johannes se puso a soldar caños e hizo una estructura con pedales y ruedas de dos bicicletas.
Adaptó los manubrios (uno para el acompañante) y dos pequeñas silletas al chasis. Y luego comenzó a trazar, con cartones y caños de plástico, la forma del modelo más hermoso de la marca alemana.
Una vez que tenía listo el esqueleto, colocó la “chapa” con cintas de embalaje, las luces, el alerón y cuando ya estaba el caparazón, lo pintó de dorado, como para que termine de llamar la atención a todo el mundo.
Y así salió a las calles de Frankfurt, con el GT3 RS.
Con una aceleración de 0-100 de 5m48s100 en bajada, una velocidad máxima de 10 km/h con viento a favor, y un consumo de 500 calorías cada 1000 pedaleadas es furor en el mundo y hoy descansa en el Museo de Linz, Austria.
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