MI VIDA EN MOTO (HISTORIA EN PRIMERA PERSONA)

En 1989 corrían duros años para las motos, hacía 10 años que no estaba abierta la importación y a las motos que uno tenía acceso eran las que entraron en esa época, previa a la hiperinflación de Alfonsín.

Con 21 años, y superando la mayoría de edad -el escalón que me impedía por imposición de mis padres tener una moto-, tuve la libertad y con 1.800 “no sé de qué” un amigo me ayudó a comprar la que él consideraba que tenía que ser la primera: ahí estaba, una Kawasaki 110 GTO roja, impecable, monocilíndrica, dos tiempos, pero con carga de aceite 2t por separado.

A los seis meses me enamoré de una Honda CB 400 N, cuatro tiempos, bicilindrica de calle y en especial de color azul… pero no existía ir a una concesionaria y comprarla, el mercado se reducía a los usados y con la falta de repuestos lo que se encontraba no estaba muy bien. Después de tres meses de leer todos los días el Clarín,  al fin apareció.

Recuerdo con ese modelo un viaje en pleno invierno a Villa Gesell con mi novia, los dos solos, y con el equipamiento de campera (jean con corderito, guantes de lana), casco y botas de esa época, éramos dos pingüinos no podíamos ni moderno del frío que teníamos. Lo nuestro sí que era pasión.

Ya en los ‘90 soplaban nuevos aires en la Argentina y la mejora en el tipo de cambio precipitó una lluvia de motos 0 Km. Salté a una Kawasaki ZX600 Ninja sin saber siquiera qué me compraba, no había Internet, ni revistas importadas, ni nada.

Con el mismo amigo después nos subimos a dos Honda Translap 650 bicilindricas blancas con las que hicimos miles de viajes a Mar del Plata (y mi primer y único accidente).

Creo que un año después llegue a mi primer 4 cilindros. La nueva compañera en este caso fue una Suzuki 400 Bandit GS Roja, una moto moderna de pista pero desprovista de carenado, la que casi inauguró la categoría Naked y sí la primera en usar estilo retro, que se mostraba en los relojes.

Finalmente luego de un año, llego a la CBR 600 F2 gris, negra y roja, cuatro cilindros, 100 caballos de fuerza, 160 Kg. la primer moto a la que no le encontré el límite, o dicho de otra forma, iba más rápido que yo. Ahí también nació mi primer hijo, ya estaba casado y sobre la mesa ratona del living, la vendí, me alejaba de la moto de uso diario para comenzar a usarla sólo en forma recreativa.

Hoy despunto el vicio en forma interrumpida, porque me prestan alguna moto durante la semana, pero si vuelvo elegiría una Ducati 1100 Hypermotard.

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