Tomamos un primer contacto con el nuevo Chevrolet Onix, que estrena tope de gama (Premier) y recalibración de suspensiones. Llegará en diciembre con carrocerías hatch y sedan.
Se lo espera para fin de año, pero nosotros ya pudimos subirnos y manejar el nuevo Onix, la promesa de General Motors para uno de los segmentos más calientes del mercado. Fueron 200 kilómetros por las rutas del sur de Brasil.
La gran novedad pasa por el motor de tres cilindros turbonafta que desarrolla 116 CV. Se trata de un bloque brioso en baja -algo sonoro- acoplado en nuestra unidad a una caja de seis velocidades. Su respuesta es buena pero en la zona alta del cuentavueltas hay que “buscar el cambio”.
La suspensión también fue retocada. Es cuatro veces más rígida y eso repercute en el confort de marcha aunque el talón de los neumáticos que calzaba nuestra unidad (55) amenizaba el impacto.
Naturalmente el consumo será el gran beneficiado cuando se lance este producto en nuestro país y podamos probarlo. Esto se debe a que hubo reducciones significativas en los componentes. Aun así, GM insistió en que ambos motores (también debuta un 1.2 de 90 CV) confieren mayor eficiencia.
Por el lado de la transmisión, una caja automática de seis velocidades cumple con un pasaje de marchas correcto y eficiente. No nos gustó que repite la fórmula del gatillo secuencial que implica que haya que ir pasando los cambios desde el selector.
El espacio fue otro de los puntos revisados. La habitabilidad creció en casi todos sus ámbitos (+36 milímetros para las rodillas, 13 de hombros y 11 al techo) y los tres pasajeros que viajen atrás lo harán de manera segura con tres cinturones inerciales y tres apoyacabezas, aunque el del centro viajará menos cómodo por una plaza central más dura.
Habrá que esperar hasta fin de año, momento en que la nueva familia Onix llegue a nuestro país. Por supuesto que unos días después una unidad ya estará en la base de Tiempo Motor para ponerla a prueba.
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