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PRIMERA MIRADA

MANEJAMOS EL CHERY TIGGO… SORPRESAS TE DA LA VIDA

Cuando nos confirmaron, a días de su lanzamiento, que podíamos manejar en exclusiva el nuevo Tiggo 2.0 que Macri -en sociedad con la firma china-, fabrica en Uruguay, comenzamos a anotar decenas de preguntas, recordatorios, cuestiones a revisar, papelitos pegados en el monitor de la PC, datos a chequear… se trata del primer vehículo chino que se comercializa en Argentina. No es poca cosa.

Después de tres días de cabildeos y planteos internos se dio un click aliviador: son tantos los preconceptos, comentarios, elucubraciones previas que decidimos despojarnos de todo el “backup”, poner el odómetro periodístico en cero y tomar al Tiggo por lo que es: un vehículo con cuatro ruedas y un motor. En un contexto especial, es verdad, pero se trata de eso, de despojarnos de pruritos y manejarlo para “ver y sentir” que entrega en esta primera impresión y contárselo, antes que nadie, nuestros lectrores.

Llave en mano damos la “vuelta al perro” para observarlo detenidamente. La primera impresión –ésa que dicen que es la que vale- es aprobatoria sin medias tintas. Recuerda indefectiblemente a antiguas generaciones del Toyota Rav4, con algunos toques propios y otros del Hyundai Tucson.

La trompa es personal (el logo es similar al de Aeropuertos Argentina 2000 ¿?), con paragolpes color de la carrocería, neumáticos de correcta medida, como para “plantarlo” bien (Bridgestone Dueller, como en millones de SUV occidentales), baguetas, “barreritos”, auxilio en caballete con tapa rígida, llantas de aleación… Simpático, bien proporcionado y con clara “pinta” de 4×4. Y eso para el argentino medio no es un valor menor. En un semáforo hay que mirarlo dos veces para descubrir su origen, en el tránsito se “mimetiza” como un Rav4 y nada que delata carácter de “económico”, al contrario.

Apenas salimos de la torre del barrio Catalinas donde se ubican las oficinas de la nueva empresa (en el mismo edificio, y dos pisos más arriba de donde funciona Fiat… ¿paradojas del destino?) dos peatones de origen oriental nos levantaron los pulgares sonrientes en claro signo de aprobación. ¿Un preanuncio? Si el Tiggo se impone entre la gran cantidad de inmigrantes asiáticos que viven en la Argentina… tiene parte de su éxito garantizado.

Apertura a distancia mediante, accedemos interior. Y se confirman las presunciones: el “dêja vú” con el producto japonés que manejamos hace algunos años es irremediable. Y lo transforma en una agradable sorpresa. Materiales de correcta percepción (muchísimo mejor que muchos exponentes, Mercosur… inclusive dentro del segmento de los SUV urbanos), diseño agradable, colores sobrios. Los contrapuertas son de material plástico pero el diseño y la correcta. Pasando la lupa se nota que algunas soluciones optaron variantes más económicas respecto de las que recordábamos en el Rav4 (la referencia constante es ineludible) pero nada que escandalice.

Cuatro pasajeros viajan cómodamente instalados y del nivel de equipamiento de confort nadie se puede quejar: cierre centralizado, cuatro levantavidrios eléctricos, aire acondicionado, asientos delanteros calefaccionados, cubre equipaje, reóstato, audio AM/FM CD con MP3 y USB (el cargador de discos está debajo del asiento del conductor), luz de reserva, baúl con moquette, toma de 12v, alarma sonora para olvido de llaves o luces encendidas y regulación de altura de luces. Desde la seguridad tampoco asoma ninguna grieta escandalosa: cuatro cinturones inerciales, igual cantidad de apoyacabezas, dos airbags, ABS con EBD, luces antiniebla atrás y adelante (podrían anotar el detalle varios Mercosur….). Como vemos lo lógico y racional por quien desembolsa promedio $70.000 en un vehículo de este tamaño.

La posición de manejo es erguida e inclusive con la butaca en la mínima regulación un conductor de 1,80 m queda demasiado alto. El tablero es sencillo, de fondo blanco (de día algunos testigos no se divisan bien) y los comandos están a mano. El estéreo luce un poco desactualizado y en general el ambiente es amable, luminoso y confortable; ninguna “rebaba” de plástico fuera de lugar pero unos comandos de calefacción que merecen un replanteo: son frágiles y por el diseño de los comandos tipo dial, difíciles de operar.

Ponemos primera y el motor de 127 CV (cuatro cilindros, doble árbol de levas a la cabeza, 16 válvulas) nos lleva a cumplir este primer contacto. El par motor es de 180 Nm a elevadas 4.000 rpm. Dinámicamente, quizá un tanto deslumbrados por la grata sorpresa inicial, esperábamos un poco más. La potencia se expresa en el régimen medio-alto y para llevarlo ágil hay que acelerarlo sin vueltas, trepando hasta las 6.000 vueltas. Hasta las 4.000 es un impulsor perezoso. La presentación del mismo es muy prolija, con funda de plástico y dos amortiguadores hidráulicos que facilitan la apertura y destierran la varilla. Bien.

El embrague es suave y la caja, una vez que se memorizan algunos “frenos” en el recorrido, corre sin problemas. El ruido del motor ingresa de manera clara en el habitáculo lo que habla de una insonorización mejorable, si le sumamos que hay que llevarlo siempre “alegre” para obtener la mejor savia hace que haya que acostumbrarse al ronquido omnipresente.

Por tratarse de un contacto breve nos medimos performances ni consumos, pero dada las largas relaciones de la caja y el espíritu del motor aventuramos consumos lógicos en ruta y algo menos halagüeños en ciudad, donde exige riendas más cortos para mantenerlo en ritmo. En aceleración y recuperaciones no billa mucho, como que la potencia es muy justa.

Las suspensiones están puestas a tono, principalmente, para brindar comodidad: son muy mullidas y de carrera larga, lo que lo beneficia su tránsito en la ciudad y penaliza en la autopista donde acusa, en demasía, algún movimiento de carrocería en curvas lentas o de mediana velocidad. Tracciona con el eje delantero.

Un punto donde nos dejó dudas es en los frenos, si bien la unidad estaba apenas rodada y posiblemente exigiera un período de asentamiento, la respuesta fue por demás flaca, con marcadas transferencias de peso que tienden a desestabilizarlo, esperábamos más decisión en el accionar del pedal del medio. Dejamos el interrogante abierto para el fututo test.

El nuevo Tiggo cuenta con garantía de 2 años o 100.000 km, lo que luce como absolutamente lógico, viendo que hay japoneses que están en los tres años “o cien mil” y que la mayoría de los regionales apenas aseguran 1 año y 20.000 km o dos años y 50.000 km. Tiene servicio de atención al cliente en todo el país: 0810-22-CHERY (222-4349).

Para cerrar la nota y a modo de síntesis: si nos despojamos de la “hojarasca” previa que nos condiciona y tomamos al Chery como uno más, creemos que es una alternativa válida; que, aunque muchos no lo digan, obligará a muchos a optimizar sus costos para no perder una cuota del mercado. El gigante de Asia puso un pie en Argentina. Nadie puede darse el lujo de permanecer indiferente a la noticia.

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