De las 12 victorias que consiguió Carlos Reutemann dentro del Mundial de Fórmula 1, varias son recordadas por su talento y aptitud detrás del volante. Sudáfrica 1974, la primera; Alemania 1975, en Nürburgring; o Mónaco 1980 son triunfos que quedarán en la memoria de los miles de argentinos que madrugaban los domingos para ver a uno de los mejores pilotos de nuestra tierra. Pero sin lugar a dudas, el éxito más recordado y que quedará en la historia de la máxima categoría del automovilismo será Brasil 1981.
Ese día, una intensa lluvia se precipitaba sobre el trazado de Jacarepagúa y Lole, largando desde la pole, demostraba una vez más porque estaba sentado en una de las butacas más codiciadas de ese momento, como era la del Williams FW07C. El equipo de Sir Frank venía de lograr el campeonato 1980 con Alan Jones y les peleaba de igual a igual a Ferrari, McLaren y Brabham, siendo la escudería a batir.
Reutemann tenía todo bajo control en el circuito brasileño pese a la impresionante cantidad de agua que caía y, sin inconvenientes, se dirigía hacia la bandera de cuadros. Pero de repente, cuando restaban 9 vueltas para el final, un cartel apareció en manos de un miembro del equipo con las primeras letras de su apellido debajo del de Alan: “JONES-REUT”.
La señal era clara: Lole debía dejar pasar a su compañero, considerado el piloto número 1 de la escuadra. Sin embargo, el santafesino completó los 62 giros de la carrera al frente y se dirigió al podio triunfante. El enojo de Jones hizo que no asistiera a la premiación, por lo que Lole solamente celebró su victoria con Patrese. Y para terminar de ratificar su desobediencia y mandando un mensaje certero, Lole tomó el mismo cartel que le mostraron y lo alzó con una sonrisa, pero había sufrido una variación. Rezaba “REUT-JONES”.
“Nunca vi ningún cartel. La carrera fue difícil porque llovía todo el tiempo y había que concentrarse en el auto para no cometer el más mínimo error”, declaró Reutemann a Corsa. Ese día se rompió algo en el equipo Williams y pese a todo, Lole llegó al final de la temporada con la posibilidad de coronarse. Perdió el título por un punto. Quizás ese acto de rebeldía le costó caro al final, pero quién le quita lo bailado…
Foto portada: Revista Corsa