El jefe de Gobierno francés aseguró que los esfuerzos destinados a los fabricantes de autos serán “masivos”. Sin embargo, y en sintonía con el discurso del Congreso norteamericano con respecto a la ayuda a las Tres Grandes de Detroit, esos “esfuerzos” deberán estar acompañados de compromisos ejemplares por parte de las automotrices.
En tanto, Francois Fillon, premier galo fue aún más categórico afirmando que el Estado no ayudará “a un fabricante que decida cerrar simple y llanamente una o varias plantas de producción en Francia”. Envió también el mensaje de que se deben buscar “respuestas adaptadas a cada eslabón de la cadena, especialmente a las más estratégicas” y no sólo en los fabricantes de vehículos.
“Francia no dejará caer a su industria del automóvil, pero esta industria debe, a cambio, probar una gran responsabilidad”, añadió.
Sarkozy fue gráfico al admitir que hasta ahora no habían planeado una política de asistencia a la producción, como medida de defensa ante la crisis mundial financiera recesiva. “No podemos ser el único país del mundo que no ayuda a nuestros fabricantes y productores. Tenemos que favorecer la infraestructura industrial”, expresó en rueda de prensa y añadió que “tenemos que estudiar la cuestión de los préstamos (para que los consumidores compren automóviles)”, agregó.
La industria automotriz francesa no es ajena a la contracción en la producción que generó la crisis financiera global. Los indicadores son claros, en octubre, la oferta industrial de Francia sufrió una reducción anual récord, arrastrada por el sector automotor.
La producción de la vapuleada industria automotriz colapsó un 14,3% en octubre, el mayor declive desde agosto de 1999.