Sin intentar hacer un análisis político-económico de la situación del país durante los años noventa y la actual, la realidad indica que en materia de industria automotriz nuestro mercado (y el de la región en general) estaba mucho más cerca de Europa de lo que está en la actualidad. Y hablamos de Europa porque siempre miramos más hacia ese lado del mundo que hacia los Estados Unidos, por lo menos en lo que hace a los autos.
Políticas económicas y estrategias de globalización de productos de las automotrices mediante, el parque local tenía una buena parte de modelos compartidos con el Primer Mundo. Era frecuente en el segundo lustro de los noventa –e incluso hasta la crisis de 2001/2002- que un auto lanzado en el Viejo Continente tuviera su eco en esta parte del Atlántico a los pocos meses. Pero esto ocurre cada vez menos. A cuentagotas.
Las razones de este fenómeno quizás sean mejor analizarlas en otra oportunidad. No queremos detenernos en ese análisis y sí mostrar la brecha que existe hoy entre el mercado de nuestra región y Europa. Pero ya que hablamos de región (y es la única referencia que haremos como análisis de esta situación), lo que queda claro desde hace un par de años a esta parte es que de aquella estrategia de globalización de productos de los años noventa, las empresas pasaron a una estrategia de regionalización, que tiene como resultado modelos que se presentan en Argentina y Brasil muy diferentes a los que se ven en Europa, aún con los mismos nombres en muchos casos.
Acá, una muestra de los modelos de las marcas más populares que comparten nombre en Europa y Mercosur (donde tomamos el mercado español como representativo del Viejo Continente y el mercado argentino), pero que nada tienen que ver unos con otros. Y donde nosotros, obviamente, quedamos relegados.
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