Deporte motor

ESPECIAL - A 20 años del fallecimiento

AYRTON SENNA: SU MUERTE NO FUÉ EN VANO

El austríaco Roland Ratzenberger buscaba su vuelta más veloz en la clasificación del GP de San Marino de Fórmula 1 ese sábado 30 de abril de 1994 en el trazado de Imola.

Con su Simtek S94-Ford herido por un roce en el giro anterior con su compañero de equipo David Brabham, segundos antes de llegar a la curva “Villeneuve” a 300 km/h se le desprendió el alerón, por lo que perdió adherencia y se pegó de lleno contra el muro. Su muerte fue instantánea y en el hospital de Bolonia sólo firmaron el certificado de defunción.

Horas antes del trágico incidente, Ayrton Senna reclamó en la reunión de pilotos suspender el GP por falta de seguridad. Un accidente de Rubens Barrichello el viernes ya había encendido la alarma en el paulista nacido el 21 de marzo de 1960. Su coterráneo se había accidentado en la Variante Bassa con el Jordan y la fuerza del impacto le había provocado la pérdida de conocimiento, traumatismos y la fractura de un brazo.

Cuando se conoció el fallecimiento de Ratzenberger, Senna lloró desconsoladamente en el hombro de Sid Watkins, por ese momento responsable médico del Campeonato Mundial. Es más, el doctor le dijo: “Por qué no abandonas el automovilismo ahora? No corras más. ¿Qué más necesitas demostrar? Fuiste campeón mundial tres veces, probaste ser el más veloz. Deja todo esto y vámonos a pescar”.

Pero Ayrton, luego de quedarse mudo por unos segundos ante la reflexión de Watkins, respondió: “Hay algunas cosas sobre las cuales los pilotos no tenemos control. No puedo abandonar; debo continuar”.

El domingo 1º de mayo de 1994, Senna no era el mismo. Llegó a la grilla de partida, al primer cajón, luego de dar tres vueltas de reconocimiento al circuito. Generalmente daba dos. Su rostro estaba triste, apesadumbrado, preocupado.

Ante la luz verde de partida, Senna picó en punta sobre Michael Schumacher pero atrás, en la grilla, el Benetton de Jyrki Järvilehto quedó parado y Pedro Lamy no pudo evitar la colisión. Las máquinas destrozadas obligaron el ingreso del auto de seguridad y la neutralización de la competencia.

Entre tantas las tantas intranquilidades que tenía el rey de la F1 de los años 88, 90 y 91 de ese fin de semana estaba el cambio de temperatura de los neumáticos en caso de la interrupción de la competencia. Y lo había hecho saber en la reunión de pilotos, moción que fue compartida por otros pilotos, como Gerhard Berger.

Tras el relanzamiento, Senna mantuvo la punta frente al alemán que hoy pelea por su vida en un hospital francés (se accidentó esquiando en noviembre pasado) y se encaminaba hacia una nueva victoria… Pero pasó lo que nadie hubiese querido que sucediera.

Al llegar a la variante Tamburello, a 306 km/h, el Williams de Ayrton no dobló y se estrelló de lleno contra el paredón. El coche se desintegró y las banderas rojas comenzaron a agitarse. Watkins fue el primero en arribar al lugar. El neurocirujano inglés inició los trabajos de reanimación ahí mismo, en la pista, y hasta le realizó una traqueotomía. Las imágenes de la TV, en vivo para todo el mundo, eran dramáticas. La última toma fue cómo subían a un helicóptero al brasileño hacía el Hospital Maggiore. A las 18.40, la doctora María Teresa Fiandri informó que el gran ídolo había fallecido.



Las frías estadísticas dirán que Ayrton Senna da Silva marcó una época en la Fórmula 1 al conquistar 65 poles positions, 41 victorias, 19 récords de vueltas y 80 podios en 161 Grandes Premios. Más los tres campeonatos obtenidos con McLaren, con el recordado monoposto blanco y rojo y ese casco amarillo, verde y negro que sobresalía del cockpit.

Muchos se desarmarán al hablar sobre las apoteósicas carreras del paulista. Como aquella en Mónaco 1984, temporada debut, cuando con su humilde Toleman-Hart le ganó a Alain Prost bajo la lluvia pero, por la finalización de la competencia con bandera roja, la clasificación quedó con las posiciones de la vuelta anterior y el triunfo fue para el francés.

Carismático, tenaz, veloz, profesional, talentoso, único. Muchos adjetivos le caben al hombre que agigantó su imagen a fuerza de una personalidad de hierro y aptitudes al volante inigualables.

Senna no murió en vano. A partir de su desaparición física, la Federación Internacional del Automóvil puso énfasis en la seguridad de los circuitos, en los autos de la Máxima categoría y en los elementos de los pilotos con la creación de un Instituto. Y si bien la progresión de las protecciones fue paulatina, hasta el día de hoy ninguna otra familia tuvo que llorar a un piloto de F1 por un accidente en competencia. Ese fue su legado.


¡Gracias por todo, Ayrton! 
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