AUDI S4: 333 OBEDIENTES CABALLOS

Llegar hasta el autódromo de la Ciudad de Buenos Aires tiene un significado en sí mismo, porque el circuito está reservado para la presentación de productos que valen la pena manejar alguna vez en la vida. Normalmente se trata de esos autos a los que el 99,9% de los mortales nunca va a tener la posibilidad de subirse, a excepción de casos como el de hoy, cuando la presentación del nuevo Audi S4 nos dio la posibilidad de girar en el circuito número 5 del Juan y Oscar Gálvez.

No vamos a mentir si decimos que nos quedamos con ganas de más. No sólo de girar arriba del nuevo S4, sino con ganas de probar más de la rica gama S que Audi vende en la Argentina. Porque estaban todos: el S3, el S3 Sportback, el S4, el S5 y el RS6. Pero la agenda programada por la marca de los anillos para este evento permitía subirse sólo a un exponente y, en consecuencia, nos quedamos con las ganas de subirnos, por ejemplo, a una bestia como el RS6 con motor de 580 caballos. Y también nos quedó un sabor amargo por no haber podido disfrutar del V8 del S5… Pero bueno, la obligación era tener un primer contacto con el flamante S4, así que habrá que esperar otra oportunidad para ponerle las manos encima a los otros modelos.

Esperamos religiosamente nuestro turno charlando con los ejecutivos de la marca, repasando la situación del mercado Premium y los planes de acción para el futuro inmediato (ver columna), hasta que el nombre de quien suscribe fue nombrado por los altoparlantes. A la pista.

Lo primero que hay que decir es que Audi siempre hizo un culto de la sobriedad en su gama S, la familia deportiva. Si uno no es detallista, difícilmente pueda darse cuenta de que se trata de una versión mucho más rabiosa que las tradicionales. En este evento, particularmente las unidades S estaban ploteadas con una especie de grilla blanca como para acentuar el carácter deportivo de estas unidades.

Por dentro sí hay diferencias, aunque siempre quedan en los detalles (de excelente gusto). Por ejemplo, el logo S4 en el rayo inferior del volante y otros emblemas distribuidos en el interior, como en el zócalo, en la planta de instrumentos y hasta en el tapizado de cuero y alcántara de las butacas.

Una mirada rápida por el tablero y la plancha de instrumentos nos dice que el resto del interior ofrece el mismo lujo y el confort al que estamos acostumbrados en marcas Premium. Es cierto que al principio te agarra como una especie de angustia por tratar de descubrir para qué sirve cada uno de los botoncitos, pero con el andar se van descubriendo uno a uno y de manera muy intuitiva.

Nos sentamos al frente de un volante revestido en cuero, en unas butacas con cuero y alcántara, muy cómodas y deportivas a la vez, con pétalos que sobresalen del cojín y del respaldo para sujetar bien el cuerpo en las curvas. Cinturón abrochado, regulamos la altura y profundidad del volante, los espejos (externos y el interno) y ponemos la selectora de la caja S Tronic de 7 marchas en directa. No queremos complicarnos distraernos con el paso de los cambios con las levas del volante. Sabemos que las cajas automáticas se manejan con el acelerador, y como pensamos sacarle el jugo al máximo no queremos estar preocupados con chiches que nos distraigan. El acelerador a fondo hará que los cambios de marcha se pasen al máximo de las casi 7000 vueltas que tira el motor. Al fin de cuentas, disponemos sólo de un par de vueltas. Una de reconocimiento y otra para hacer el circuito lo más a fondo que podamos.

El S4 tiene la posibilidad de elegir entre tres modalidades el confort y la seguridad para la dinámica de conducción. Seleccionamos el modo Dynamic, el más deportivo, el que ajusta parámetros como motor, transmisión, dirección (menos directa), amortiguación (más dura) y diferencial como para manejar en un autódromo. Y ése es el lugar donde estamos.

Salimos de los boxes y encaramos nuestra primera vuelta de reconocimiento. Vemos los conos que nos van marcando las trayectorias ideales y cuando estamos a punto de completar el primer circuito, en la horquilla que nos lleva a la recta principal, recién ahí nos paramos encima del acelerador (casi con los dos pies).

Los 333 caballos de este nuevo motor V6 que Audi estrena con el A4 tal vez no sean tan rabiosos como pensáramos unos instantes antes, pero no caben dudas que están. Es cierto que en la transición entre el anterior V6 y éste han quedado en el camino unos 11 corceles (344 tenía antes), pero se ganó en torque (unos 30 Nm) y también el medioambiente se ganó un amigo, porque según argumenta la ficha técnica, este V6 mejoró el rendimiento de combustible y, en consecuencia, la emisión de gases. Por otra parte, como tiene más torque ahora acelera de 0 a 100 km/h un pelín más rápido.

La aceleración es muy progresiva y habiendo salidos disparados desde la horquilla llegamos a la zona de frenada de la curva 1 a unos 200 km/h. Nos paramos sobre los frenos, que no mostraban fatiga pese a haber sido exigidos por otros colegas antes que nosotros.
 
Volante a la derecha, aceleración a pleno y otra curva leve a la derecha, sin dudar y sin dejar de acelerar; freno, una S pasando por arriba de los pianitos y la bajada del tobogán (izquierda y derecha) para depositarnos en una frenada sin miramientos antes de la horquilla. Balizas y entrada a boxes con una mezcla de sensaciones: diversión con gusto a poco.

Nos hubiese gustado girar un poco más para llevar más al límite las posibilidades del comportamiento dinámico de este nuevo S4. Porque si bien se descubre que es un auto que puede andar a la máxima velocidad y con la máxima seguridad, nos hubiese gustado poder corroborar la incorporación de un nuevo dispositivo como el diferencial deportivo que se vende como opcional.

El diferencial deportivo de la tracción integral Quattro es un nuevo paso que da la marca en términos de seguridad y, según nos explicaron en la presentación, trabaja de manera inversa al ya conocido control de estabilidad. El ESP actúa frenando la rueda que sea necesario para no perder la trayectoria en una curva. En cambio, el diferencial deportivo hace exactamente lo contrario: le manda más potencia a la rueda que sea necesario en un momento determinado.

Claro, todo esto sin que el conductor se entere. El resultado es que cada vez se van estirando más los límites de adherencia. Cosa que sí pudimos comprobar al girar a fondo en un circuito donde nunca llegó a intervenir el control de estabilidad para salvarnos del papelón del fuera de pista.