FCA US invertirá más de U$S30 millones en su Centro de Pruebas de Chelsea en el sudeste de Michigan, para el desarrollo y examen de vehículos de conducción autónoma y de tecnologías avanzadas de seguridad.
La nueva instalación, que ya se encuentra operativa y homologada para los programas de pruebas, cuenta con un circuito exclusivo para manejo autónomo a velocidades de autopista, con un área de 35 hectáreas para la evaluación de componentes y sistemas de seguridad, como el frenado de emergencia automático y de tecnología de estacionamiento autónomo. Además, cuenta con un centro de mando completamente vanguardista.
La evaluación de los vehículos FCA se realizan en función de los protocolos de terceras partes, tales como el Instituto de Seguros para la Seguridad en las Carreteras (IIHS) y el Programa Europeo de Evaluación de Automóviles Nuevos (EuroNCAP), así como para hacer simulaciones de frenado electrónico automático.
En este marco, Mike Manley, CEO de Fiat Chrysler Automobiles y COO en la región NAFTA (leer aqui), señaló: “La nueva instalación en el Centro de Pruebas de Chelsea facilitará y contribuirá al éxito del plan de desarrollo de producto de la compañía a cinco años que fue desvelado a mitad de año”. Y agregó, “Nuestra capacidad para probar tecnologías avanzadas de seguridad y de manejo autónomo nos permitirá ofrecer a los clientes los elementos que quieren ver en nuestro portafolio de productos”.
Acerca del Centro de Pruebas de Chelsea
El centro de pruebas de Chelsea (CPG) abrió en 1954. Tras varias expansiones, su superficie cubre cerca de 4,000 hectáreas de terreno, presume de una superficie asfaltada total de 100 millas y cuenta con replicas todoterreno del Rubicon y otros exigentes tramos todoterreno. El centro está en operación siete días a la semana, 365 días al año. En la actualidad, emplea aproximadamente a 900 personas.
CPG fue la sede de uno de los primeros túneles de viento propiedad de un fabricante de automóviles. Fue también el lugar de consecución de varios records de velocidad, incluido en del piloto de carreras stock Buddy Baker quien, en 1969, alcanzó las 203 mph a los mandos de un Dodge Charger Daytona, convirtiéndose así en el primer vehículo de producción que superó la barrera de las 200 mph.