Luego de especulaciones, trascendidos y desmentidas varias, parece ser que de la mano de la última resolución de la Unión Europea, el avance de Porsche sobre Volksgagen no tiene retorno y los naturales de Stuttgart van por todo. ¿En el medio? Milllones de euros y decisiones estratégicas en el plano industrial que tiene en vilo a más de uno.
La información indica, fríamente -casi como si lo redactaran los mismos teutones-, que la Comisión Europea autorizó, sin condiciones, al constructor alemán de autos Porsche a comprar el grupo automotor compatriota Volkswagen. EL escueto comunicado indica que "tras examinar la operación, la Comisión concluyó que la transacción no impediría en forma significativa la libre competencia". Porsche ya había anunciado en marzo de este año pasado que tenía la autorización (e inocultables intenciones…) a través de su consejo de vigilancia, para poseer más del 50% de Volkswagen (VW) y de esta manera tomar el control del consorcio.
Según los últimos informes, la firma fundada por Ferdinand Porsche es en la actualidad propietaria de un 31% de la casa de Wolfsburg. La marca generalista (que conforma un mega consorcio automotor con SEAT, Audi, Skoda, Bugatti, Bentley y Lamborghini) se especializa principalmente en la fabricación de vehículos particulares y utilitarios, en tanto Porsche se concentra en los automóviles deportivos (y con el Cayenne también en SUV) caros y potentes.
En la justificación de su decisión la comisión subraya que “en la totalidad de los segmentos automóviles concernidos, Porsche continuaría confrontado a competidores poderosos y eficaces que poseen importantes partes del mercado”, y se encarga de aclarar: “la operación no tendría efectos negativos en los mercados de la fabricación y la venta de autopartes y en el de la distribución”.
Porsche, que ya es el accionista mayoritario de Volkswagen, compró en junio de 2008 la cuota accionaria necesaria para tener el control de hecho en la marca germana. Sólo estaba pendiente que la Comisión Europea examinara la operación para evitar la conformación de un monopolio y un impacto negativo sobre la competencia en el mercado comunitario.
El resultado es claro: las dos marcas tienen intereses diferentes y diversos y que se podían fusionarse en una. Volkswagen no pederá su nombre tras el avance y se especializaría en la fabricación de diferentes tipos de vehículos utilitarios, mientras que Porsche se concentraría en los coches deportivos de la marca tal el Audi TT, el Seat León FR o el Volkswagen EOS.