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MICHAEL MOORE PROPONE DECLARAR EN ESTADO DE GUERRA A LA INDUSTRIA AUTOMOTRIZ

Escribo esto la mañana en que cayó el alguna vez poderoso General Motors. Por la noche, el presidente de los EE.UU. lo hará oficial: General Motors, tal como lo conocíamos, ha dejado de existir.

Sentado aquí, en el lugar de nacimiento de GM-Flint, Michigan- estoy rodeado de amigos y familiares ansiosos por saber qué ocurrirá con ellos y con el pueblo. Cuarenta por ciento de las casas y oficinas en la ciudad han sido abandonadas. Imaginen cómo sería si uds. vivieran en una ciudad en donde casi todas las otras casas estuvieran abandonadas. ¿Cómo estaría su estado de ánimo?

Con triste ironía, la compañía que diseñó un plan (“decadencia planificada”) para construir autos que se rompieran a los pocos años para que el cliente tenga que comprar uno nuevo; ahora experimenta la decadencia en carne propia.

Se rehusaba a construir autos que el público quería, autos con gran kilometraje, seguros, y que sean cómodos para manejar. Y que no se vinieran abajo en dos años. GM luchó tercamente contra regulaciones de seguridad y medioambiente. Sus ejecutivos ignoraron arrogantemente los “inferiores” autos alemanes y japoneses, autos que devendrían en estandartes de oro para los consumidores.

Y se empeñó en castigar su fuerza gremial, recortando miles de puestos de trabajado sin ninguna otra mejor excusa que la de “evitar” la quiebra a corto plazo de la corporación. A comienzos en la década del ochenta, cuando GM reportaba ganancias récord, desplazó cientos de trabajadores a México u otros lares, destruyéndole la vida a decenas de miles de trabajadores norteamericanos.

La deslumbrante estupidez de su política llegaba tan lejos que, mientras, eliminaban el ingreso de tantas familias de clase media ¿Quien creían que iba a poder comprar sus autos? La historia recordará ésta metida de pata de la misma manera que cuando los romanos inundaron su propio sistema de agua con plomo letal en sus tuberías.

Así que aquí estamos, en el lecho de muerte de General Motors. El cadáver de la compañía aún tibio, y me encuentro lleno de alegría. No es un sentimiento de revancha contra una corporación que arruinó mi ciudad natal y trajo a la gente con la que crecí miseria, divorcio, alcoholismo, drogadicción, debilidad física y mental, etc. Ni mucho menos me declaro alegre por el hecho que 21.000 o más trabajadores de GM serán anoticiados que quedan sin trabajo.

Pero ahora vos, yo y el resto de Estados Unidos somos dueños de una automotriz. Lo sé, ¿quién en el mundo quiere tener una automotriz? ¿Quién de nosotros quiere que u$s 50.000 millones de nuestros impuestos estén destinados para salvar a GM? Seamos claros con esto: la única manera de salvar a GM es matar a GM. Salvar nuestra preciada infraestructura industrial es otro asunto y debe ser una prioridad número uno. Si permitimos que cierren nuestras plantas, vamos a desear que las hubiéramos tenido cuando nos demos cuenta que esas fábricas podrían haber construido los sistemas de energía eléctrica que tan desesperadamente necesitamos.

Y cuando nos demos cuenta que la mejor manera de trasportarnos sea en trenes bala o colectivos más limpios ¿Cómo se supone que haremos esto si hemos permitido que desaparezca nuestra industrial y su capacitada fuerza de trabajo?

Así y todo, mientras GM es “reorganizado” por el Gobierno Federal y la Corte de bancarrota, aquí está el plan que le pido al presidente Obama que implemente para bien de los trabajadores, las comunidades de GM y la Nación como un todo. Veinte años atrás, cuando hice “Roger y Yo”, traté de advertir a la gente acerca de lo que se le venía a General Motors. Quizás si alguien me hubiese escuchado mucho se podría haber prevenido.

1- Tal como el presidente Roosevelt hizo luego del ataque a Pearl Harbor, el presidente le debe decir a la Nación que estamos en guerra y que inmediatamente debemos convertir nuestras plantas en fábricas que construyan vehículos en masa y artefactos de energía alternativa. En pocos meses, GM interrumpió en Flint en 1941 toda la producción de autos e inmediatamente utilizó las líneas de ensamblaje para construir aviones, tanques y metralletas. La conversión se hizo en un santiamén. Todos se plegaron. Los fascistas fueron derrotados. Estamos ahora en un distinto tipo de guerra, una guerra que hemos conducido en contra del ecosistema y que ha sido llevada a cabo por nuestros propios líderes corporativos. Esta guerra tiene dos frentes. Uno es la oficina de Detroit. Los productos fabricados en las plantas de GM, Ford y Chrysler son algunas de las más grandes armas de destrucción masivas responsables por el calentamiento global y el derretimiento de nuestros polos.

Aquello que llamamos “autos” pueden haber sido divertidos para manejar, pero son como millones de dardos al corazón de la Madre Naturaleza. Continuar construyéndolos sería llevar a la ruina nuestra especia y gran parte del planeta.

El otro frente en esta guerra está siendo financiado por las compañías de petróleo en contra tuya y mía. Ellos están comprometidos en hacernos huir en cuanto puedan, y han sido incansables administradores de la finita cantidad de petróleo localizada por debajo de la superficie de la tierra. Ellos saben que lo están drenando. Así es como sin importarles nada acerca de generaciones venideras, están deforestando todos los bosques a los que puedan echar mano, estos barones del petróleo no le están diciendo a la gente lo que verdaderamente saben-que sólo quedan unas pocas décadas de petróleo utilizable en el planeta. Y así como el fin del petróleo se acerca, prepárense para ver gente desesperada dispuesta a matar o morir para conseguir un galón de nafta. El presidente Obama, quien ahora controla GM, necesita convertir las fábricas en nuevos usos.

2. No pongan otros u$s 30.000 millones en las arcas de GM para construir autos. Usen ese dinero para mantener empleada a la fuerza laboral actual -y la mayoría de los que han sido echados- para que puedan construir nuevos modelos de transporte para el siglo XXI. Que comience el trabajo de conversión ahora.

3. Anuncie que tendremos trenes bala atravesando a lo largo y a lo ancho de este país en los próximos cinco años. Japón celebra el 45 aniversario del primer tren bala este año. Ahora tiene docenas de ellos. Velocidad promedio: 260 km/h. Promedio de llegada tarde de un tren: por debajo de los 30 segundos. Ellos han tenido estos trenes de alta velocidad por cinco décadas, y nosotros no hemos tenido ni uno. El hecho que la tecnología para que vayamos de New York a Los Angeles en tren en 17 minutos ya exista y que no la hayamos utilizado es cuanto menos criminal.

Contratemos a los desempleados para construir nuevas líneas de alta velocidad a lo largo del país. De Chicago a Detroit en menos de dos horas. De Miami a DC en menos de siete horas. De Denver a Dallas en cinco y media. Esto puede ser hecho ahora.

4. Iniciar un programa para poner vías de ferrocarril liviano a lo largo y ancho del país. Construir esos trenes en las fábricas de GM. Y contratar gente local de todos lados para instalar y hacer andar el sistema.

5. Que GM produzca energía eficiente para colectivos limpios para gente de áreas rurales en donde no llegue el tren.

6. Que algunas fábricas construyan autos eléctricos o híbridos (y baterías). Tomará algunos años para que la gente se acostumbre a las nuevas formas de transporte, así que de hacer autos, hagámoslos benévolos con el medioambiente. Podemos construirlos el próximo mes (no crean a nadie que les dice que tomaría años en cambiar las fábricas-simplemente no es cierto).

7. Transformar algunas de las fábricas vacías de GM en productoras de molinos de viento, paneles solares y otras formas alternativas de energía. Necesitamos toneladas de millones de paneles solares. Y existe una fuerza de trabajo capacitada y ansiosa por construirlos.

8. Proveer incentivos en los impuestos para aquellos que viajen en autos híbridos, colectivo o tren. También, créditos para aquellos que conviertan su casa en energía alternativa.

9. Para financiar esto, imponer un impuesto de dos dólares en cada galón de gasolina. Esto hará que la gente se vuelque a autos que ahorren energía o que usen nuevas líneas de rail

Bueno, es sólo un comienzo. Por Dios no salven a GM ya que una versión más chica de ella no haría más que simplemente construir más Chevys o Cadillacs. Eso no es una solución a largo plazo. No malgasten dinero en una compañía cuyo caño de escape funciona mal, causando que un extraño hedor inunde el auto.

Cien años atrás, los fundadores de General Motors convencieron al mundo de abandonar sus caballos y carruajes para tratar de conformar nuevos modos de transportes. Ahora es tiempo para que nos despidamos del motor de combustión interna. Parece que funcionó bien por mucho tiempo. Disfrutamos de los autos y nos sentamos en el asiento de adelante y atrás. Ahora se terminó. Es un nuevo día y un nuevo siglo. El Presidente y la Unión de Trabajadores Automotores deben aprovechar este momento para crear una gran jarra de limonada de este triste y amargo limón.

Ayer, la última sobreviviente del desastre del Titanic falleció. Ella escapó de la muerte segura esa noche y vivió otros 97 años. Nosotros también podemos sobrevivir de nuestro Titanic en todos los Flint Michigans del país. 60% de GM es tuyo, creo que podemos hacer un mejor trabajo.

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